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En la estupenda ciudad de Melfi, apoyada a una montaņa en donde en su
cima domina sobretodos, un castillo Normando, en la ciudad de las avenidas de eucaliptos
y del orgullo que no se inclina a los prepotentes y a sus atropellos, naciō y viviō la infancia
y la adolescencia, Gabriele Nigro, uno de los ųltimos miembros de una numerosa familia,
hijo de un Notario que podėa, con su Estudio Notarial, sostener los primeros, los mās
grandes, pero no ciertamente todos sus numerosos hijos.
De todos modos el joven Gabriele no amaba la idea de ocuparse de los contratos y
controvercias entre seres humanos, de compromisos y lėos, de papeles timbrados y sellos,
Gabriele Nigro preferėa mucho mās las abstracciones de la Matemātica, aquél respiro
casi metafėsico que la inspira a sus mās alto niveles, y que contrariamente su prāctica y
material aplicaciōn a los cuerpos de la fėsica, a sus certezas experimentales y Galileanas,
talvéz a la impalpabilidad de la magnética, de la electrōnica, es decir que, no obstante
aparentemente inmaterial, permanece siempre y de todos modos cuantizable.
Ademās que en la Matemātica, en la que tenėa propio predisposiciōn, y en la Fėsica,
Gabriele Nigro sobresalėa prācticamente en todas las materias escolāstias. Y cuando
percibiō que sus horizontes eran muchos mās vastos, no dudō a participar al concurso
de admisiōn a la Escuela Normal Superior de Pisa, que naturalmente lo venciō.
La Escuela Superior le aseguraba comida y alojamiento y en poco tiempo se recibiō y
siempre en Pisa conociō su futura esposa, con la que tuvo cuatro hijos, Giovanni,
Giovanna, Romeo y Mario, o mejor dicho: Antonio Mario Nigro, al que le gustaba
contar de las decisiones que debėa tomar su padre en Melfi, mās o menos en los tčrminos
que siguen:
El padre de su padre, es decir su abuelo, que por otra parte Mario nunca conociō,
trabajō como Notario en Melfi por aņos, hasta que, llegada la edad de cincuenta aņos,
reuniō toda la familia en su Estudio, se recostō cōmodamente en su divān (el clāsico
divān del Estudio Notarial, probablemente muy semejante al renombrado divān Notarial
de los cuentos de Piero Chiara), y dirigiéndose a la decena de ojos extraņados de
sus muchos hijos, tantos que a veces no se recordaba exactamente el nųmero, dijo:
Hijos mios, yo no tengo mās ganas de trabajar. Y desde aquél dėa efectivamente no
trabajō mās. El pānico total para sus hijos. Algunos de ellos, los mās grandes, relevaron
el Estudio Notaril. Gabriele eligiō la vėa de la Matemātica, se transfiriō en la Regiōn de
la Toscana, a Pisa, y no volviō nunca mās.
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